TEATRO
Fue uno de los
éxitos teatrales de los últimos cinco años. Sin embargo, siempre hay público
dispuesto a verla. Así, casi con el inicio de 2026, sube de vuelta a escena
“Habitación Macbeth”, el unipersonal donde Pompeyo Audivert hace un
impresionante despliegue de situaciones y personajes basándose en la eterna
obra de William Shakespeare.
Una de las obras
argentinas más premiada, llega al teatro Metropolitan desde el sábado 3
de enero con actuación y dirección de Pompeyo Audivert y música original
en vivo de Claudio Cello Peña
Desde su estreno
en marzo de 2021, lleva más de 400 funciones realizadas y más de 250.000
espectadores la han ovacionado en el país y en el exterior
Las funciones de “Habitación
Macbeth” serán los sábados a las 18 y los domingos a las 21, en el teatro
de Avenida Corrientes al 1300 con
entradas disponibles en https://www.plateanet.com/obra/27719...
Y en la boletería del teatro.
A través del
cuerpo de un actor (encontrado en la fosa del teatro), las Brujas Fatídicas
del páramo de huesos representarán la tragedia Habitación Macbeth, para
el goce, deleite, y catarsis metafísica de nuestra majestad creadora Hécate,
vulgarmente conocida como El Público.
Erigir un
espejo para reflejar alguna circunstancia ficcional y producir así una unidad
referencial con los espectadores es una estrategia muy común en la que el
teatro suele quedar atrapado; apedrear el espejo en el momento en que esa
unidad se ha producido y amenaza cristalizarse no lo es (por eso Shakespeare
y Beckett son geniales, no quieren reflejar al mundo sino revelar su
condición de lápida).
El piedrazo rompe la promesa unidimensional
del reflejo dejando que el espejo revele sus valencias secretas, sus misterios
y su profundidad abismal, hasta el punto de volverse pozo ciego, antro que
deglute la perspectiva ficcional del frente histórico, para devolver
fantasmagorías alucinadas, preñadas de delirios y pasiones que dicen ser
nosotros (nos otros).
En Macbeth
es el espíritu del crimen el que se presenta, atizado por una fuerza
sobrenatural (Hécate) que lo reclama y despierta, que lo impele sin réplica, a
encarnar y manifestarse, a tomar el poder.
Shakespeare convoca
los reflejos infieles que habitan más allá de la conciencia, fuerzas dorsales
que viven larvadas en nosotros, rémoras de un crimen social que fundó nuestra
perspectiva histórica y no cesa de producirse; somos una sociedad Macbeth,
nacida de una voluntad de poder compulsiva, cargada de un imperio que no admite
rechazo.
Esa es la
apuesta paradojal de esta obra: por un lado señalar, a través de Macbeth y sus
circunstancias, cómo la identidad histórica es arrastrada a las compulsiones
criminales que rigen al mundo y por otro, hacerlo mediante un procedimiento que
reestablezca y exalte las facultades sagradas de nuestra identidad poética, su
capacidad de vibración y devenir: a través de un cuerpo habitado, un cuerpo
habitación donde sucede la tragedia.


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