MÚSICA
El 30 de agosto se hará justicia con uno
de los discos más emblemáticos del rock en Argentina, porque además, se trató
de una obra que justamente trascendió los límites del género para internarse en
las aguas del jazz, la fusión y hasta los sonidos tangueros.
Ese sábado, Litto Nebbia – quien puede
negarlo, uno de los padres de la historia grande de nuestra música popular
desde los años 60 – repasará su disco “Melopea”, que fue originalmente editado
a mediados de 1974, y es uno de los álbumes más significativos de la carrera de
Nebbia y uno de los más importantes, sin dudas, de toda la historia del rock argentino.
Grabado en formato de trío con los
inolvidables Jorge “Negro” González
y Néstor Astarita, contó además con la participación de Mirtha
Defilpo - autora también de la mayor parte de las letras -, Rodolfo
Alchourron, Rodolfo Mederos y Héctor “Finito” Bingert.
Allí conviven, en distintos estilos,
joyas como “La ventana sin cancel”, “Gloria y Guitarra”, “Los lunes de la
humanidad”, “Qué clase de amor tendrás”, “Apelación de otoño” (con acentuados
aires urbanos) o ”La lección del viajero”.
A poco más de 50 años de su lanzamiento,
Nebbia recreará en vivo el álbum completo
junto a su Nuevo Cuarteto conformado por Ariel Minimal (guitarra y
canto), Nica Corley (bajo, guitarra y canto) y Tomás Corley (batería y
canto), en versiones con una impronta más acústica y coral que las originales,
con participación vocal de todos los integrantes del grupo.
Además de la
totalidad de Melopea, el repertorio incluirá clásicos de Nebbia
de todas las épocas. Como parte de esta celebración el sello
Melopea (así llamado por el álbum) lanzará en
agosto una edición aniversario en formato de doble CD, que incluirá el
álbum original remasterizado y un segundo volumen a manera de tributo con
versiones a cargo de Pez, Emilio del Guercio, Daniel Homer, Los Mersey
Mustards, Jerónimo Verdún, José Francisco Ingaramo, Los Reyes del
Falsete, Edgardo Acuña, Maby Fernández, Coro Popular Melopea y
Jazmín Colombres.
“Melopea” formó parte de un ciclo
que Nebbia había iniciado con su etapa solista, desde 1972, y que incluyó obras
de alto nivel, como la precedente “Muerte en la Catedral”, y posteriormente con
discos conceptuales como “El vendedor de promesas”, “El bazar del os milagros”
y “Fuera del cielo”.
Desafiando las estructuras
En
toda esta etapa, Litto se preocupó por siempre avanzar afuera de las
estructuras, con letras y sonidos más elaborados, en confluencia con otras
corrientes,más allá del rótulo de “rock”, “jazz” o “fusión”.
Refiriéndose a esos años de crecimiento y
experimentación constante, Litto señala que "El trío que mantuve durante
seis años con Jorge González en contrabajo eléctrico y Néstor Astarita en
baterìa, fue muy bueno, tuvimos épocas bien creativas. Tocábamos una parte de
canciones y luego improvisábamos, había momentos en que tocábamos totalmente
libre. Encarábamos cuestiones rítmicas y armónicas muy complejas para la época.
Eso me dio mucho para mi formación, entre otras cosas una gran ductilidad...”
Remarca que “tanto "Muerte en la
Catedral" de 1973, como el del siguiente año "Melopea", son
discos realmente muy maduros, en los que planteo compositivamente una ruptura con lo que en
ese momento se denomina rock. Yo no tengo ningún problema con los géneros y
nunca le puse un mote a la música que escribí. Pero en ese momento tenía la
preocupación de que quería hacer otra cosa, y me enfrentaba contra la
identificación masiva que la gente tenía por lo anterior”.
“Cuando sucede esto de que sale la cosa
nueva, - amplía Nebbia - la gente cree que vos perdiste algo. Lo que estás
haciendo quizás es mejor, pero en ese momento no te comprenden y no tiene
aceptación. Entonces yo me dije: "Acá lo que hay que hacer es una ruptura
total. Quiero hacer un montón de cosas que van en otra dirección y que luego
seguramente por eso pueda captar otro público seguidor. Tengo que tocar con
otros músicos, grabar en otros estudios, tener otro tipo de ghetto”.
Afirma que “esos discos por un lado me
trajeron un público nuevo que se mezcló con el público incondicional que me
seguía desde la etapa anterior. Dos discos son
clave, porque me dan la posibilidad de hacer otros todavía más complejos, y en
ese momento era muy importante para mi vida desarrollarme en esas direcciones”.
Y ejemplifica
que “por eso el disco que sigue, “Fuera
del cielo” de 1975, trae sólo cinco temas que duraban entre 8 a 12 minutos cada
uno. Era una locura para la época. Sin embargo tocábamos por todos lados,
muchas giras por el interior, y nos contrataban en cuanto festival de rock
había”
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