ARTES PLÁSTICAS
Hasta fines de marzo se presenta en el Centro Cultural
Recoleta “Gaby Grobo. Desde lo profundo” la exhibición de Gaby Grobo, curada
por Fernando Farina, en la sala 13 del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930,
CABA) que podrá visitarse con entrada libre y sin costo para residentes
argentinos.
La artista
oriunda de Carlos Casares, provincia de Buenos Aires, presenta una serie
de pinturas que reflejan una fuerte conexión con la tierra ya la vez funcionan
como un homenaje a sus orígenes.
“Gaby Grobo.
Desde lo profundo” se despliega en dos espacios contiguos de la sala 13 del
Recoleta reuniendo un conjunto de pinturas y una instalación pictórica a gran
escala que invitan al público a sumergirse en un espacio vinculado con la
tierra. Las pinturas de Grobo ponen en evidencia cuestiones de tipo simbólicas
como maneras de hablar sobre lo más íntimo.
Fernando
Farina, curador de la muestra comenta:” la exposición refleja un cruce
entre un expresionismo que sale de lo más profundo y la conciencia de estar
comunicándolo. Esa búsqueda la lleva a hacer procesos alquímicos incorporando
elementos a los pigmentos, como la tierra que se constituye en sustancia y en
tema, se acumula y habla de un lugar, de las raíces y de los orígenes. Un
diálogo permanente que abre la posibilidad de comprender el presente e
imaginarios futuros. El artista aborda un universo, el del campo, un concepto
que tiene una significación mucho más amplia que los reduccionismos a los que
suele ser sometido”.
La muestra se
puede visitar en Junín 1930, con entrada
libre y sin costo para residentes argentinos, de martes a viernes de 12 a 21,
sábados, domingos y feriados, de 11 a 21h. Más información en: http://www.centroculturalrecoleta.org/
Gaby Grobo concibe su
obra en un viaje interior. En sus pinturas confluyen sentimientos, historias y
recuerdos a través de capas superpuestas que son realizadas con una materia espesa
en las que condensa sus vivencias. Y no se trata de representar –aunque
en ocasiones deje ver sutiles arboledas u horizontes– ni de poner en evidencia
cuestiones simbólicas, sino de buscar las maneras de hablar de lo más íntimo a
través del arte. Es el cruce entre un expresionismo que sale de lo más profundo
con la conciencia de estar comunicándolo.
Esa búsqueda la lleva a hacer procesos alquímicos, incorporando otros elementos a los pigmentos, como la tierra que se constituye en sustancia y en tema, se acumula y habla de un lugar, de las raíces y de los orígenes.
Un diálogo
permanente que abre la posibilidad de comprender el presente e imaginar
futuros. Inquieta y con la necesidad de ahondar en la expresión y compartirla,
su exploración la ha llevado a abordar el espacio, incorporar objetos
significantes a sus pinturas y generar situaciones inmersivas para participar
aquellas sensaciones que viene atesorando desde hace años, y que sigue
alimentando en forma permanente al volver a su tierra.
Fernando Farina
señala: “Digo volver, y en realidad no es el término adecuado, porque así como
es usual preguntarse acerca de cuál es nuestro lugar en el mundo, sin dudas
ella reconoce el campo de Carlos Casares –donde nació y creció– como lo más
propio. Pero no se trata de nostalgia, sino de sentir y reconocer, de alguien
que vive lo que pinta y no necesita justificarse con adhesiones a ningún
movimiento artístico”.
Su hacer implica
también abordar un universo, el del campo, un concepto que tiene una significación
mucho más amplia que los reduccionismos a los que suele ser sometido. Y al
desandar el camino de vivencias mediante las capas pictóricas renueva la
fascinación por descubrir algo que tal vez esté soterrado, un misterio o
negación. Cosas que quizás se han dejado de nombrar.
Fotos: Marcelo De Focatiis
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