ARTES PLÁSTICAS
´ La primera
exposición, curada por la investigadora del Museo Gabriela Naso, permite
apreciar distintas etapas de la producción de Gorriarena (1925-2007),
desde sus pinturas cercanas al informalismo de los años sesenta hasta sus
trabajos más reconocibles, en los que la figura humana prevalece como elemento
central.
“En sus
obras, Gorriarena apela a la hipérbole como principio organizador del discurso
–indica el director del Bellas Artes, Andrés Duprat–. La mirada
del artista ofrece retratos punzantes de personajes de la política nacional e
internacional, pero también representaciones arquetípicas del poder y el mundo
del espectáculo. La banalidad se vuelve caricatura a través del uso de colores
estridentes y de la dimensión agigantada, deforme, del cuerpo humano y los
espacios que habita”.
Y remarcó
que “esta muestra invita a recorrer
cinco décadas de trabajo de un artista y maestro que transmitió con generosidad
su forma de sentir la pintura a quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo”.
“Gorriarena logró una imagen inconfundible –señaló por su parte Naso–. Una paleta de combinaciones estridentes, una pincelada cargada de gestualidad y una estudiada distorsión de las figuras y los espacios son algunos de los recursos que combinó para alcanzar un léxico propio, desde el que abordó los aspectos de la realidad que consideró urgentes, esenciales, ineludibles”.
La muestra “Carlos
Gorriarena. Retrato de un momento” puede visitarse hasta el 11 de enero de
2026 en las salas del primer piso del Museo.
Las enigmáticas obras de Fernando Maza
Con
curaduría del investigador del Museo Pablo De Monte, el mismo jueves 2
de octubre también abre al público la exposición dedicada al pintor argentino Fernando
Maza (1936-2017), que abarca desde su período informalista, a fines de
1950, hasta sus últimas pinturas realizadas en su residencia francesa de
Nogent-sur-Marne, provenientes de la familia del artista y de la Fundación
Angélica Zapata.
“En las obras de Maza, los símbolos se despliegan como personajes misteriosos –opina Duprat–. Enigmáticas e inquietantes, sus imágenes vuelven inestables los significados, los códigos de la percepción y las coordenadas espaciales con las que aprehendemos la realidad”.
Agrega que “en la tradición de la pintura metafísica, el artista crea atmósferas que percibimos con extrañeza, porque el repertorio acotado de signos al que apela configura de modo surreal el espacio de la representación y propone una relación inusual entre figura y fondo”.
Para De
Monte, “las pinturas de Maza nos invitan a recorrer un universo donde las
cosas (objetos, signos y fragmentos) se presentan como protagonistas de un
paisaje que no busca representar la naturaleza, sino construirla”.
“En estas
composiciones, la línea de horizonte no solo divide cielo y tierra: organiza,
ordena, y propone una forma de mirar. Maza dispone objetos que oscilan entre lo
reconocible y lo enigmático: escaleras que no conducen a ningún lugar, arcos
que sugieren pasajes, signos lingüísticos que prometen un mensaje que nunca se
define”, apunta el curador.
“Fernando
Maza: La construcción de la pintura”, que puede visitarse hasta el 23 de
noviembre en el primer piso del Museo Nacional de Bellas Artes, iniciará luego
una itinerancia federal y será exhibida en el Museo Evita Palacio Ferreyra de
Córdoba y más tarde el Museo MAR en Mar del Plata.
Ambas muestras
pueden visitarse en el MNBA, Avenida del Libertador 1473, de martes a viernes,
de 11 a 19.30 (último ingreso), y los sábados y domingos, de 10 a 19.30.
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