martes, 13 de mayo de 2025

Oesterheld, "El Eternauta" y la posibilidad de volver a apostar por otros valores para la humanidad

 




CINE/SERIES

      El efecto dominó de la difusión mediática sobre un tema que genera debates de todo tipo tiene por estos días su más claro ejemplo a partir del estreno en una plataforma muy conocida (no le haremos el chivo gratis, ellos nos cobran por darnos el servicio) de la miniserie “El Eternauta”, basada, con ligeros cambios y adaptaciones (en algunos casos no tan “ligeros”) en  la célebre historieta creada y editada hacia 1957 por Héctor Germán Oesterheld en los guiones, e ilustrada por Francisco Solano López.

       Era una época donde la historieta y el comic pasaban por su mejor cuarto de hora,  con cuantiosas ventas y formando parte de una cultura anternativa pero al mismo tiempo masiva.

     Por entonces, “El Eternauta” planteaba una historia de ciencia-ficción situada en Buenos Aires, y enclavada en forma suyacente en temas de la realidad. El eterno conflicto entre víctimas e “invasores” – cada cuál elegirá la metáfora sobre esos atacantes que destruían todo a su paso – adquirió un singular significado en la versión realizada en 1969, en pleno gobierno militar, con el mismo guión, y los dibujos esta vez de Alberto Breccia.

      Pero “El Eternauta” no solo significó un buen “entretenimiento” , sino que mutó además en una obra con un mensaje implícito, referido a la necesidad de lo solidario, de la unión ante un enemigo difícil de combatir, y de  la lucha contra factores de poder que en diferentes décadas toman distintas formas.      

       Desde ya que esta historieta mítica pasó a formar parte de la memoria colectiva, en proporción al silencio establecido desde el poder, por su carácter contestatario, pero además porque su gestor y autor, Oesterheld, fue uno de los 30.000 desaparecidos (sí, 30.000) junto a sus cuatro hijas y dos yernos (además de dos criaturas por nacer que nunca fueron encontradas) durante la terrible dictadura militar de 1976 a 1983. Así, su obra pasó a tener un significado mucho más especial.

        Por eso volvemos al comienzo y remarcamos que bastó que, paradójicamente, una plataforma internacional lanzará esta versión en miniserie, por fortuna con un aporte casi totalmente argentino (directores, actores, productores, etc.)  para que se destapara con un eco inusual, y no solo aquí sino en todo el mundo, un interés por verla y acercarse, al menos en su esencia, a esta historia  que intenta rescatar valores casi olvidados en la actualidad, tanto aquí como en otras latitudes.

Apostar por otro camino

       En momentos en que se habla de nuevas generaciones que se desinteresan por el bien común, la solidaridad y lo colectivo, parecería que  esta obra abre una posibilidad refrescante de volver a apostar por otro camino  más virtuoso para una humanidad que parece estar adormilada y en jaque, con la apelación al odio, la exclusión y la búsqueda individual que elimina al otro de todo.

      “El Eternauta” no solo adapta la célebre historieta argentina, sino que explora la resistencia humana y el paso del tiempo. Ambientada en un futuro distópico, la trama muestra una supuesta invasión extraterrestre que convierte a Buenos Aires en un escenario de caos durante una misteriosa nevada, obligando a sus personajes a enfrentar una lucha por sobrevivir y preservar su identidad como grupo.

       La evaluación sobre los valores artísticos de este  “Eternauta” reciclado con un nivel de calidad merecedor de todos los elogios, ya sea desde lo tecnológico, desde lo fílmico y desde lo actoral, será motivo de otro análisis. De todos modos, es bienvenido el breve pero acertado análisis de nuestro colaborador el periodista y crítico Jorge Vaccaro sobre esta miniserie que superó todos los cálculos en difusión mediática, periodística y de redes sociales.

      Al punto que hasta operadores disfrazados de periodistas que remiten al poder actual han tratado de disuadir al público (creyéndolo tonto) de verla porque no les gustan los valores que transmite, y aluden “utilización política”. Como si prohibirla o desalentarla no fuera también fruto de una postura política.

    Cabe señalar además la importancia de que un descendiente directo del creador, su nieto Martin Oesterheld, tuviera un rol fundamental en el aporte no solo de ideas y temas de guion sino de gestiones y decisiones que ayudaron a concretar lo que hoy es una obra de la que se habla en todo el mundo. 

(Pablo Quirós)

“Una devastación cultural de décadas”

Por Jorge Vaccaro

       Es buena. Casi que muy. Un gran ejemplo de producto posapocalíptico donde la tensión está puesta en lo que no se ve más que en lo que se ve. Y eso incluye al interior de los personajes, tan actuales y bien llevados como el tiempo de la acción y sus circunstancias. 

       El arte es impactante y los paisajes porteños trastocados tan inquietantes como en las viñetas b&n gestadas por Oesterheld y Solano López hace casi 70 años; ahí radican los mojones que unen a esta superproducción latinoamericana de Netflix (15/18 millones de dólares) con aquella epopeya gráfica que cambió la historieta argentina.

       Pero entre lo importante de esta demorada llegada al mainstream está lo que desnuda al momento de la difusión: la devastación cultural de décadas que exhiben aquellos que, erigidos en comunicadores "premium", no tienen ni pálida idea de la historieta, del contexto histórico, de la importancia artística y política de tamaña distopía y casi ni de la brutalidad criminal que desmembró a la familia Oesteheld.

      Ni siquiera apelando a Wikipedia. Ahí se nota cuánto terreno ganaron los Ellos.

 

       "El Eternauta”. Miniserie en 6 capítulos. Adaptación y dirección: Bruno Stagnaro,  Guión de Stagnaro junto a Ariel Staltari, Gabriel Stagnaro, María Alicia Garcías, Martín Wain. Protagonistas: Ricardo Darín, Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto.

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