CINE/SERIES
El efecto dominó de la difusión mediática sobre un tema que genera debates de todo tipo tiene por estos días su más claro ejemplo a partir del estreno en una plataforma muy conocida (no le haremos el chivo gratis, ellos nos cobran por darnos el servicio) de la miniserie “El Eternauta”, basada, con ligeros cambios y adaptaciones (en algunos casos no tan “ligeros”) en la célebre historieta creada y editada hacia 1957 por Héctor Germán Oesterheld en los guiones, e ilustrada por Francisco Solano López.
Era una época donde la historieta y el comic pasaban
por su mejor cuarto de hora, con
cuantiosas ventas y formando parte de una cultura anternativa pero al mismo
tiempo masiva.
Por entonces, “El
Eternauta” planteaba una historia de ciencia-ficción situada en Buenos Aires, y
enclavada en forma suyacente en temas de la realidad. El eterno conflicto entre víctimas e “invasores”
– cada cuál elegirá la metáfora sobre esos atacantes que destruían todo a su
paso – adquirió un singular significado en la versión realizada en 1969, en pleno gobierno militar, con el
mismo guión, y los dibujos esta vez de Alberto Breccia.
Pero “El
Eternauta” no solo significó un buen “entretenimiento” , sino que mutó además en
una obra con un mensaje implícito, referido a la necesidad de lo solidario, de
la unión ante un enemigo difícil de combatir, y de la lucha contra factores de poder que en
diferentes décadas toman distintas formas.
Desde ya que
esta historieta mítica pasó a formar parte de la memoria colectiva, en
proporción al silencio establecido desde el poder, por su carácter
contestatario, pero además porque su gestor y autor, Oesterheld, fue uno de
los 30.000 desaparecidos (sí, 30.000) junto a sus cuatro hijas y dos yernos
(además de dos criaturas por nacer que nunca fueron encontradas) durante la
terrible dictadura militar de 1976 a 1983. Así, su obra pasó a tener un
significado mucho más especial.
Por eso volvemos al comienzo y remarcamos que bastó que, paradójicamente, una plataforma internacional lanzará esta versión en miniserie, por fortuna con un aporte casi totalmente argentino (directores, actores, productores, etc.) para que se destapara con un eco inusual, y no solo aquí sino en todo el mundo, un interés por verla y acercarse, al menos en su esencia, a esta historia que intenta rescatar valores casi olvidados en la actualidad, tanto aquí como en otras latitudes.
Apostar por otro camino
En momentos en
que se habla de nuevas generaciones que se desinteresan por el bien común, la
solidaridad y lo colectivo, parecería que
esta obra abre una posibilidad refrescante de volver a apostar por otro
camino más virtuoso para una humanidad que
parece estar adormilada y en jaque, con la apelación al odio, la exclusión y la
búsqueda individual que elimina al otro de todo.
“El Eternauta”
no solo adapta la célebre historieta argentina, sino que explora la resistencia
humana y el paso del tiempo. Ambientada en un futuro distópico, la trama
muestra una supuesta invasión extraterrestre que convierte a Buenos Aires en un
escenario de caos durante una misteriosa nevada, obligando a sus personajes a
enfrentar una lucha por sobrevivir y preservar su identidad como grupo.
La evaluación
sobre los valores artísticos de este “Eternauta”
reciclado con un nivel de calidad merecedor de todos los elogios, ya sea desde
lo tecnológico, desde lo fílmico y desde lo actoral, será motivo de otro
análisis. De todos modos, es bienvenido el breve pero acertado análisis de
nuestro colaborador el periodista y crítico Jorge Vaccaro sobre esta miniserie
que superó todos los cálculos en difusión mediática, periodística y de redes
sociales.
Al punto que
hasta operadores disfrazados de periodistas que remiten al poder actual han tratado
de disuadir al público (creyéndolo tonto) de verla porque no les gustan los
valores que transmite, y aluden “utilización política”. Como si prohibirla o
desalentarla no fuera también fruto de una postura política.
Cabe señalar además la importancia de que un descendiente directo del creador, su nieto Martin Oesterheld, tuviera un rol fundamental en el aporte no solo de ideas y temas de guion sino de gestiones y decisiones que ayudaron a concretar lo que hoy es una obra de la que se habla en todo el mundo.
(Pablo Quirós)
“Una
devastación cultural de décadas”
Por Jorge Vaccaro
Es buena. Casi que muy. Un gran ejemplo de producto posapocalíptico donde la tensión está puesta en lo que no se ve más que en lo que se ve. Y eso incluye al interior de los personajes, tan actuales y bien llevados como el tiempo de la acción y sus circunstancias.
El arte es impactante y los paisajes porteños trastocados tan inquietantes como en las viñetas b&n gestadas por Oesterheld y Solano López hace casi 70 años; ahí radican los mojones que unen a esta superproducción latinoamericana de Netflix (15/18 millones de dólares) con aquella epopeya gráfica que cambió la historieta argentina.
Pero entre
lo importante de esta demorada llegada al mainstream está lo que desnuda al
momento de la difusión: la devastación cultural de décadas que exhiben aquellos
que, erigidos en comunicadores "premium", no tienen ni pálida idea de
la historieta, del contexto histórico, de la importancia artística y política
de tamaña distopía y casi ni de la brutalidad criminal que desmembró a la
familia Oesteheld.
Ni siquiera
apelando a Wikipedia. Ahí se nota cuánto terreno ganaron los Ellos.
"El Eternauta”. Miniserie en 6 capítulos. Adaptación y dirección: Bruno Stagnaro, Guión de Stagnaro junto a Ariel Staltari, Gabriel Stagnaro, María Alicia Garcías, Martín Wain. Protagonistas: Ricardo Darín, Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario